El 3 de julio de 1933 fallecía en la ciudad de Buenos Aires, Hipólito Yrigoyen. Hasta poco antes, las autoridades militares que habían usurpado el poder el 6 de septiembre de 1930 lo habían mantenido preso en la isla Martín García en condiciones inhumanas que resintieron y agravaron su salud. Fue el primer presidente argentino elegido por el sufragio popular. Yrigoyen había encabezado una lucha revolucionaria para que se reconociera el voto universal, secreto y obligatorio. Se lo considera, con razón, el fundador de la democracia moderna argentina Fue abogado y profesor de filosofía. Acompañó, junto con su hermano el coronel Martín Yrigoyen, a su tío Leandro Alem en la fundación de la Unión Cívica Radical en 1891. Se graduó de abogado en la Facultad de Derecho de la UBA y fue profesor de Filosofía. Era un estudioso y un intérprete de la escuela filosófica del alemán Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832), corriente de pensamiento reformista y democrática que basa el progreso humano en la perfección moral. En tal sentido concebía la política como un apostolado, posición que mantiene actualidad y forma parte de los fundamentos doctrinarios de la Unión Cívica Radical.
Fue dos veces presidente de la República. Por primera vez entre 1916 y 1922 y fue reelecto en forma plebiscitaria en 1928 hasta que fue derrocado en 1930 por un golpe militar de orientación fascista y reaccionario que impidió la sanción de una ley de nacionalización del .petróleo por la que él bregaba y que el Senado con mayoría conservadora se negaba a tratar. En su primer gobierno había fundado YPF y en el segundo había ratificado al general Enrique Mosconi, designado por Alvear, al frente de esta empresa. Fue un gran defensor del patrimonio nacional y, especialmente de sus recursos energéticos.
Mantuvo a la Argentina neutral en la 1ª Guerra Mundial y concluida esta sostuvo en la reunión inicial de la Sociedad de las Naciones principios como la igualdad jurídica de los Estados Soberanos, la no intervención, la libre determinación y el derecho a la paz como el estado natural de los pueblos. Para preservar la paz propuso la creación de una Corte permanente de Justicia Internacional. Llevó adelante una política americanista y en el intercambio de saludos con el presidente Herber Clark Hoover, que visitó nuestro país en 1928, le señaló que “los hombres deben ser sagrados para los hombres y los pueblos para los pueblos”. Estos sólidos principios yrigoyeneanos han marcado el rumbo de la política exterior de todos los gobernantes del radicalismo.
En su gobierno se llevó a cabo la Reforma Universitaria de 1918, se crearon varias universidades nacionales en el interior y la construcción de escuelas en el país permitió inaugurar una por día de gobierno Yrigoyen fue un defensor del federalismo y en repetidas ocasiones se vio obligado a intervenir provincias en las que se elegían gobernantes por el fraude. Para él “la intervención es un recurso extraordinario en la vida institucional de los Estados” pero al mismo tiempo confesó que “no habría habido poder humano que me hiciera desistir de la reorganización de todos los gobiernos ilegítimos”.
Es imposible intentar resumir sus valiosas gestiones presidenciales en un recordatorio como el presente. Pero sí cabe destacar que fueron las extensas reformas económicas y sociales que realizó en sus gobiernos las que le valieron la animadversión de la plutocracia, a la que hab pia vencido en comicios limpios, quien le realizó una feroz oposición parlamentaria y política que concluyó en su derrocamiento y que hasta el día de hoy tiene sus escribas que incluyen en su historia anécdotas y hechos falsos inventados por sus acérrimos enemigos, como la grosera mentira del “diario de Yrigoyen” o negarle el título de abogado que ha sido probado en forma reiterada o atribuirle una senilidad que nunca tuvo y que ha sido desmentida por personalidades como Ricardo Rojas que lo conoció poco antes de su muerte y dijo que había tenido el honor de tratar a un hombre brillante en la plenitud de sus facultades y poseedor de una vasta cultura.
Yrigoyen fue enfrentado también por un sector violento y minoritario, uno de cuyos miembros intentó asesinarlo disparándole cuatro tiros al automóvil que lo trasladaba de su domicilio a la casa de gobierno el 24 de diciembre de 1929. En esa ocasión dijo el presidente: “tengo el convencimiento infinito, de razón y de conciencia, de no haber hecho jamás mal a nadie en sentido alguno y sí todo el bien que estuvo a mi alcance a cuantos llegaron hasta mi, fueran quienes fuesen”.
En su primer mensaje al Congreso incluyó un pensamiento que fue una filosofía que siguió en toda su vida: "No he venido a castigar ni a perseguir, sino a reparar". Fue un dialoguista permanente dotado de un poder de persuasión fuera de lo común. El pueblo reconoció en él a un hombre que luchó denodadamente por sus derechos. Al terminar su primer período presidencial pudo decir con orgullo: “Las grandes conquistas de la justicia, del derecho y la libertad, que fundamentan la esencia de la vida universal, se expanden hoy a todos los ámbitos del país y se exteriorizan por sus efectivas consagraciones”.
Tuvo siempre un amplio y mayoritario apoyo popular. Su entierro fue apoteósico. Una multitud nunca vista acompañó a sus restos desafiando las medidas represivas que tomó el gobierno surgido del fraude del general Justo, para impedirlo. Vivió siempre en un marco de austeridad republicana en una humilde casa del barrio de Constitución (Brasil 1039) que fue saqueada, como también quemaron su sencillo mobiliario el día del golpe de 1930. Antes de llegar a la función pública poseyó una sólida fortuna formada en sus empresas agropecuarias, la que puso al servicio de sus actividades cívicas. Murió en la pobreza. Tanto como profesor, como cuando ejerció la presidencia, donó sus sueldos. Fue un hombre ético que predicó siempre esa virtud como imprescindible en la vida política y que constituye uno de sus importantes legados a la doctrina de la Unión Cívica Radical..
Hipólito Solari Yrigoyen
Presidente de la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical